Hola Fiebruses. Con la modernidad llega lo bueno y lo malo. Como saben, uno de los grandes torneos de golf del PGA Tour es el Waste Management Phoenix Open (WMPO) que se juega en el TPC Scottsdale – Stadium Course, un torneo que cada año promedia sobre los 650,000 asistentes, siendo el evento más exitoso de todo el circuito profesional y de cualquier tour. El WMPO tiene unas características únicas: es un torneo en donde se permite vociferar, en el cual, literalmente, sirven “cerveza por un tubo y siete llaves”, se permite a los asistentes incluso estar sin camisa y corear la música, aun perjudicando a los jugadores. El centro de todo es el hoyo 16, un par tres en el cual se colocan graderías que acogen más de 20,000 parroquianos, los cuales se comportan con todo el propósito de dejar muy mal parada a Sodoma y Gomorra y que queden como “una mano de bingo” delante de lo que allí sucede todo el fin de semana. La edición de este año quizás ha sido la peor porque la gente se pasó de la raya, lo cual trajo el descontento y posterior denuncia en redes sociales de jugadores como Jordan Spieth, Zach Johnson y Billy Horschel, alertando sobre el mal comportamiento de los que llenaron las tribunas. El comité organizador incluso tuvo que suspender la venta de bebidas alcohólicas a partir de las 2PM para tratar de minimizar los embates de la gente que “se le pasa la mano” con los tragos. De hecho, una mujer tuvo que ser hospitalizada porque se cayó desde lo alto de una gradería y aún está en cuidados intensivos, obligando al torneo a hacer un “disclaimer” sobre el accidente, ya que todo el que recibe el gafete de entrada, en la parte posterior del mismo se lee que el evento no se hace responsable de lo que suceda durante las rondas.
De otro lado tenemos al LIV Golf, gira que desde sus inicios marcó la pauta de incluir música en vivo, venta de alcohol, y un ruido ensordecedor que empaña el buen desenvolvimiento de las rondas. Obviamente los jugadores no expresan su descontento con esto, pues como saben, estos son prácticamente empleados del nuevo tour, con contratos multimillonarios que han obligado al PGA Tour a “ponerse los pantalones” elevando las bolsas de pago con el fin de que no continue el éxodo masivo que tanto ha disminuido el golf profesional y que ha polarizado las dos fuerzas del golf. Así las cosas, poco a poco se han introducido a muchos eventos este tipo de cosas que, aunque llevan una nueva vida a los torneos, creo hacen más mal que bien. Aunque quedan muchos torneos que se resisten a probar de esa manzana (incluyendo los cuatro majors y The Players), ya varios eventos del tour han incluido música entre grupos y grupos, y han abrazado la venta indiscriminada de alcohol. Será esta la nueva tendencia? Permeará el desenfado las catedrales que han sido los campos de golf? Solo el tiempo lo dirá.